hibernando
Publicado originalmente en Derivas, 10 de noviembre de 2005El día nos rasura todas las expectativas. Nos sentamos en balcones y aprendemos los trucos de magia del cansancio y el silencio. En cuartos calurosos hibernamos como para que nieve aviones de papel. Hablamos de comprar billetes de lotería, de ya no mirarnos las manos y mirarnos la calle. Comemos todos los colores del calendario, nos esmeramos por usar y percudir y percutir lo que nos queda de piel. Acumulamos páginas y hojas, en la basura desechos de comida y papel de inodoro. Dejamos sin decir, guardamos para otros inviernos.
En algún disco duro metafísico, no somos más que la metría de una programación mimética, reducibles a comportamientos genéricos y dispersas variables fortuitas. ¿Será por eso que siempre me estaciono en el mismo sitio? ¿Somos la marca genuina, o la Walgreens? No estoy capacitado para contestar. Lo admito: me he tragado algunas promesas de laboratorio, me han vendido las navajas más filosas, las que convencen en vez de cortar, y probablemente gatearé por siete años más. Pero el correo siempre trae más correspondencia, y no toda se contesta con dinero.
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